Dice un buen amigo, tan taurino como capillita, y que seguramente lea estos párrafos, que la Feria se hizo para hablar de Cofradías. Así, año tras año ha ido demostrando su teoría, llevándola a la práctica en cada feria, en cada caseta, y así, entre jarra y jarra de rebujito, logra que hasta el que está más absorto en el fino combinado con 7up y en las sevillanas – hablo de la música, no de las mujeres – acabe hablando con él de horarios, recorridos, itinerarios, bandas, costaleros, capataces… En definitiva, acabe con él hablando de Cofradías, puesto que para eso están las Ferias.
Pues bien, basándome en su teoría, casi los mismos años que él lleva defendiendo que en la Feria se debe hablar de Hermandades y de pasos, yo vengo defendiendo que el otoño se hizo única y exclusivamente para hablar de Toros. Me da igual qué tipo de conversaciones se tengan, siempre que sean taurinas; pueden hablar de ganaderías y del campo bravo, de lo que esperan para el Domingo de Resurrección del próximo año, de ese torero que esperan ver en más y mejores cartel – en mi caso, mi apuesta nuevamente es José Garrido – o de aquel novillero que despunta – quién me conozca, ya sabe cuál es el mío, no hace falta dar nombres. Sólo diré que es de Córdoba.
Por supuesto, el otoño es también la mejor época para adquirir, leer y releer obras taurinas, desde el Juan Belmonte de Chaves Nogales hasta la recién publicada biografía de Chicuelo, por Manuel Escalona, y que será mi próxima compra. Mi última adquisición, por cierto, ha sido una obra recopilatoria de Filiberto Mira denominada Medio siglo de toreo en la Maestranza. 1939 – 1989, un volumen que encontré de casualidad en la feria de libro antiguo de mi ciudad, y que pienso devorar en las próximas semanas. Tuve además la suerte de que el tendero, aficionado y con el que hablé un buen rato sobre la retirada de Morante – ¿de qué sino íbamos a hablar? –, me acabó regalando un par de carteles históricos, entre ellos, el de la retirada de Manolo Vázquez, en octubre del ochenta y tres.
Es también el otoño la mejor época para hacer una de mis cosas preferidas: analizar la temporada que acaba de terminar: no es algo que me dé tiempo a hacer en este artículo, puesto que la extensión se dispararía, eso lo reservo para próximas publicaciones. Pero sí que dejo unas cuántas claves, simples pinceladas, de qué no pueden dejar de comentar: desde los problemas empresariales que atraviesa la Maestranza – sin empresario a partir del 31 de diciembre – hasta el peso que ha caído sobre las espaldas de Aguado y de Ortega tras aquel doce de octubre del que aún no nos conseguimos reponer. Desde el arrollador año de Borja Jiménez, que se convierte – si es que no lo era ya – en un imprescindible en todas las grandes plazas, hasta la pérdida de Rafael de Paula. No pueden olvidar tampoco hablar de esa hornada de jóvenes toreros que dan la cara tarde tras tarde – aunque se les ponga poco –, sus nombres ya los saben: Jarocho, Mario Navas, Fabio Jiménez, un Víctor Hernández que ha enloquecido a Madrid, y una larga lista. Tampoco pueden dejar de lado a novilleros como El Mene, Julio Norte o Julio Méndez, ni a esos toreros que recientemente tomaron la alternativa, como Zulueta o Aarón Palacio. En defintiva, tienen mucho de qué hablar.
Así que ya saben, tanto si quieren leer como si quieren una conversación sobre cualquiera de estos temas, les aconsejo que lo hagan con algo de flamenco de fondo – del bueno, déjense de de imitaciones –. Yo este artículo lo he escrito mientras escuchaba La Barrosa y Ojos verdes, de Paco de Lucía.
Y si tienen una copita cerca, mejor. Mi recomendación en este aspecto siempre serán los olorosos de Jerez, aunque el otoño también es la época del mosto.
Al fin y al cabo, hasta el propio José Álvarez Juncal afirmaba que “todo gira en el mundo alrededor de los toros. Los músicos existen para inventar pasodobles toreros, los poetas para cantar a los toreros, los médicos para curar a los toreros, los arquitectos para construir plazas de toros, los pintores para pintar toreros y las mujeres para querer a los toreros”. Pues bien, añadan una nueva afirmación: El otoño se hizo para hablar de toros.