«Lo digo totalmente en serio, de cara al 2025, no descarto montar una Quintaneta y verlo en todas las plazas dónde sea posible. El que quiera unirse, a tiempo está, yo ya tengo reclutados a unos cuantos locos que se vienen conmigo».
Así finalicé un artículo que publiqué allá por el mes de octubre, en el que hablaba, entre otros novilleros, de Manuel Quintana. Después de un tiempo siguiéndolo por televisión, aquella Quintaneta de la que las hablé se ha puesto, por fin, en marcha.
El primer destino: Gor.
El resultado: Dos orejones como dos castillos.
Ea, potoma.
De berenjena y oro recibió el de Córdoba al primer novillo de la tarde, de presentación, y desde el sorteo por la mañana, el mejor novillo de la tarde. Lo paró a la verónica, dejando un recibo templaíto y con un gusto superior - ¿recuerdan aquel Regusto atemporal del que les hablé en otro artículo? -. Tras un quite con el capote a la espalda de Gustavo Martos y un arriesgado tercio de banderillas que le costó a Juan José Rueda El Ruso pasar por la enfermería, brindó Manuel el novillo al público y comenzó una faena medida y que duró lo que tenía que durar, ni más ni menos. Un inicio por bajo, dos, o quizá tres series en redondo por el pitón derecho, otro par de ellas al natural, dejando muletazos de cartel, un manojo de pases de pecho de pitón a rabo, unos cuántos adornos para completar, y un final de faena por ayudados... Si es que no hace falta más...
O sí, puede que sí hiciera falta algo más; la faena necesitaba de un colofón a la altura. Y vaya que sí lo tuvo: un estoconazo de manual. De aquellos de "que ehtoconazo, er toro ehtá sin puntilla", que decía Emilio Muñoz en su época como comentarista. Se tiró Quintana a matar como si le fuera la vida en ello, y dejó, en palabras de uno de mis acompañantes - un magnífico aficionado, por cierto - una de las mejores estocadas que he visto en mucho tiempo. Así que yo, después de esa sentencia, puedo añadir más bien poco. Solamente que me alegro una barbaridad de lo que vi.
Por cierto, y a modo de crítica franca y directa: Vergonzosa. Esa es la palabra que define a que, por un cambio de fecha, a última hora y sin posibilidad de negociación, el novillero que mejor ha estado en Gor, no pueda torear la final de dicho certamen, al verse obligado el novillero a anteponer torear en Canal Sur - por las penalizaciones que pueda sufrir si no lo hace - a torear la final que se ha merecido con creces.
La podredumbre de este sistema. Nada nuevo.
Tras la actuación de Quintana, lo más destacado de la tarde fue la faena de David Gutiérrez al tercero de la tarde, el mejor novillo en todo momento, al que templó una barbaridad a la verónica, para rematar el recibo con el capote a una mano, dejando una suerte de pase de pecho. Brindó el novillo a José Ruiz Muñoz, y orgulloso debe estar el sobrino nieto de Curro Romero de que le hayan brindado un novillo como ese, porque puede ser sin lugar a dudas uno de los mejores que he visto en mi vida, una auténtica maquina de embestir. Dejó series magníficas en los primeros minutos de la faena, aunque se aceleró el novillero tras ser cogido - afortunadamente sin consecuencias aparte del golpe al caer - en la primera serie por el izquierdo. Tras esto, las cosas dejaron de salirle tan bien como en el inicio, dejó buenos pases, pero el público se había enfriado, pese a que el novillo seguía embistiendo de categoría. Para colmo, se le atravesó la espada, dejando seis pinchazos, el último de ellos tras fallar varias veces con el descabello, algo que, sinceramente, no sé si es siquiera reglamentario. Finalmente, tras dos avisos y un nuevo golpe de descabello, se echó el novillo, premiado con la vuelta ruedo, al igual que el novillero.
La de Gustavo Martos al segundo fue una faena de contrastes, al intentarlo el granadino de todas las formas posibles ante un novillo con poca, muy poca, fuerza, y con el que únicamente pudo gustarse bien en el final de la faena. Tanto con el capote como con la muleta dejó detalles de muy buen gusto, pero el novillo trotaba más que embestía, y aquello era imposible de levantarlo. Tras una estocada algo bajita, se le premió con una oreja.
Y del último novillo de la tarde hay poco que decir, salvo que me habría encantado ver a su lidiador, Armando Rojo, con cualquier otro de los animales. Al novillo no había por dónde cogerlo, y para colmo, se le hizo absolutamente todo mal durante la lidia, con un tercio de banderillas del que es mejor no hablar. Por su parte, aunque con pocas opciones, Armando estuvo cumbre, arriesgando una barbaridad y sufriendo una aparatosa voltereta que, por suerte, no fue nada, tras quedar el novillero enganchado entre los pitones del animal. Dejó un par de series por el derecho más que destacables, y por el izquierdo, aunque lo probó con todas sus fuerzas y dejó algún natural de mucho gusto, no había posibilidad de hacer nada más. Dos pinchazos y media estocada.
Por cierto, le prometí a unos amigos, que si Manuel Quintana le cortaba las orejas a su novillo, invitaba después a algunas rondas. Puede ser la vez que más gustosamente he invitado.
FICHA DEL FESTEJO.
Plaza de Toros de Gor, 1ª novillada del Certamen "Almendra de Plata". ¾ largos de entrada.
Novillos de El Cotillo y Casa de los Toreros (el 3°): todos bien presentados. 1° y 3° muy buenos, premiado el 3° con la vuelta al ruedo; escaso de fuerzas el 2°; completamente vacío el 4°.
Manuel Quintana, de berenjena y oro: dos orejas.
Gustavo Martos, de azul marino y oro: oreja.
David Gutiérrez, de verde botella y oro: vuelta al ruedo.
Armando Rojo, de blanco y oro: palmas.