Les mentiría si les dijera que conocía a Juan Zamora antes de verlo torear en Diezma, ya que lo cierto es que ha sido esta misma tarde en la que he tenido el gusto de verlo torear. Y digo gusto, porque descubrir a este novillero de la ET. de Albacete ha sido un auténtico regalo. Desde que cogió el capote se le veían cosas, no sé cómo explicarlo, pero se le veía un andar, un ver al novillo… algo diferente. No pudo torearlo bien de capote, dejando únicamente una verónica y media. Tras un quite por tafalleras de Armando Bustos, brindó al público e inició la que fue la mejor faena de la tarde: una faena con gusto, con clase y demostrando que es un novillero con cabeza - muy necesario esto último -. Dejó series buenísimas por ambos pitones, rematadas con pases de pecho rodilla en tierra de un gusto increíble, y también de rodillas acabó la faena en el momento justo, para dejar una estocada honda que le valió para pasear las dos orejas del novillo.
Al toro anterior al de Juan Zamora, le cortó también las orejas Cristian Pedrosa “el Mini”, aunque me parece insultante que ambas faenas tuvieran el mismo premio. El día frente a la noche, el toreo frente a la pose… Llámenlo como quieran. Lo cierto es que el granadino no dejó más que dos buenas verónicas y una réplica por chicuelinas tras un quite de Juan Zamora a la verónica; y con la muleta pues bueno, una faena en la que el novillero no se quedó quieto, dejando algún que otro adorno interesante, un molinete, una trinchera… pero poco más. Dejó una estocada casi entera tras media estocada y un pinchazo e, incomprensiblemente, cortó las dos orejas. No me habría gustado comprobar que premio le habrían dado de matar bien, seguramente el novillo se habría ido sin rabo.
Y de los cuatro novillos restantes pues, no sé realmente por dónde empezar ni qué escribir.
Me encantó Armando Bustos con el sexto, una mala bestia que no le dio una cornada en el cuello al granadino porque el Altísimo no lo quiso. Aún así, estuvo firme el novillero en todo momento, no dejándose ganar la partida ni siquiera cuando se le veía dolorido cada vez que daba un paso. El novillo, como aseguró el banderillero Carlos Garrido al acabar la faena, sabía hasta arameo. Un auténtico demonio. El de Almuñécar dejó media estocada suelta y, tras esto, se le atravesó el descabello, para ser finalmente silenciado. En mi opinión, pese al silencio por parte del público, el mejor de la tarde tras Zamora, más aún teniendo en cuenta el animal que tuvo delante.
Y hablando de animales, el mejor de la tarde le tocó en suerte a Pablo Hernández, aquel grato descubrimiento de hace tres semanas en mi plaza de Jerez del Marquesado; un novillo castaño precioso y de magnífica presentación, que se empleó en el capote y al que toreó de escándalo Pablo a la verónica. La faena de muleta, sin embargo, nos dejó a todos con ganas de más: no fue mala, de hecho hubo series por el derecho que fueron sensacionales, pero cuando el de Zújar se fue a por la espada, a todos nos quedó la sensación de que el novillo tenía aún otra faena dentro. Tras una estocada algo baja, le cortó una oreja a un animal que fue ovacionado en el arrastre.
Idéntico premio logró Gustavo Martos frente al tercero, al que saludó con una larga cambiada y un variado recibo de capa tocando distintos palos, dejando un interesante delantal y una media ya en el quite. Tras esto, brindó la faena a El Mini - quien le devolvió el brindis en su novillo correspondiente -, y dejó un buen inicio por bajo a un novillo que trotaba más que embestía. Tras este comienzo, poco más reseñable, muletazos de buena ejecución, pero deslucidos por la pobre embestida del animal. Lo mejor, sin duda, las manoletinas con una rodilla en tierra en el epílogo de la faena. Tras dejar una estocada algo trasera y perpendicular, cortó una oreja.
Y de Rafael Fandila sólo puedo decir que le echo gemio, muchísimo genio, pero ya está. Tras un deslucido recibo de capa, colocó - no sin dificultades - él mismo los tres pares de banderillas bajo la atento mirada de Jesús Álvarez en la lidia (a destacar la gran tarde que echó), siendo especialmente buenos el segundo y el tercero. Tras esto, el novillo perdió fuerza y ganó violencia, y el novillero perdió parte de la confianza que había ganado en banderillas. Hubo en el inicio de faena demasiados enganchones, lo que propició que el novillo empeorara y se embruteciera. A continuación, una única tanda al natural interesante al natural y otra por el derecho cuando el animal ya estaba totalmente desfondado - poco le duraron las fuerzas a este primero de Hato Blanco -. Como digo, el genio, la raza, el valor… como lo quieran llamar, propició que saludara Fandila una leve ovación tras pasar un auténtico calvario con los aceros, incluida una charcutería con el descabello.
Sólo por hacer un último apunte que, creo, ya he hecho en alguna que otra ocasión: que en la novillada que se celebre en un pueblo cualquiera con motivo de sus fiestas, la máxima sea la de disfrutar y el rigor sea secundario, es algo que - por desgracia - todos tenemos ya más que asumido. Pero que en un Circuito promovido por una Diputación, es decir, con dinero público, no haya ningún tipo de criterio y en cada faena la presidencia haga o deshaga según sus intereses, es algo que debería ser denunciable.
FICHA DEL FESTEJO.
Diezma (Granada), segunda novillada del Circuito Provincial de Novilladas que promueve la Diputación de Granada junto con las Escuelas. Lleno hasta la bandera.
Novillos de Hato Blanco: de excelente presentación y de juego variado. Con poca fuerza el primero, el mejor de la tarde el segundo, trotón el tercero, cuarto y quinto buenos, muy violento pero escaso de fuerzas el sexto.
Rafael Fandila, de purísima y oro: ovación tras dos avisos.
Pablo Hernández, de nazareno y oro: oreja.
Gustavo Martos, de azul rey y oro: oreja tras dos avisos.
Cristian Pedrosa “El Mini”, de grana y oro: dos orejas.
Juan Zamora, de purísima y oro: dos orejas.
Armando Bustos, de blanco y plata: silencio tras dos avisos.